MARIANO TORRE EN REVISTA LUZ


Hace más de diez años que está en el medio, pero este 2009 ganó popularidad gracias a la tira adolescente Casi Ángeles tercera temporada, en la cual es protagonista junto a Emilia Attias. A los 31 años y sin pareja a la vista se anima a confesar sus manías de soltero y sus exigencias a la hora de enamorarse.

Puede ser el galán de la popular, marketinera y archiexitosa tira Casi Ángeles tercera temporada, y a su vez formar parte – aunque hoy alejado transitoriamente por temas contractuales – de la banda “cool under” Ambulancia, en la cual juega a ser por una horas un “rock star”. Con esta misma versatilidad con la que se mueve en diferentes ámbitos de su profesión, también lo hace puertas adentro. Por un lado, según cuenta, lleva una vida vinculada a la exposición que le demanda su trabajo, y por otro viaja a Ushuaia (su ciudad natal y en la cual vivió hasta los 17 años) para convertirse en el muchacho de toda la vida. “Allá a mis amigos no les importa qué estoy haciendo en la tele, vuelvo a ser el Marianito de siempre, que puede pasar horas esquiando o en contacto con la naturaleza”, explica el hoy nuevo héroe de la comedia teen.

-¿Tenías prejuicios con las tiras adolescentes?
-Sí, miles y jamás pensé que la iba a pasar tan bien participando en una. Me taparon la boca y hoy me pregunto: ¿Para qué hacer juicios de valor sobre algo antes de experimentarlo? Lo que estoy viviendo es realmente maravilloso



-¿Y cómo te cae el mote de galán?
-Me encanta y me divierte. Cuando era joven lo odiaba y trataba de evitarlo, y hoy soy galán y está buenísimo. Es un mimo al ego también. Tampoco me lo creo, porque tengo muy claro quién soy y mi círculo está todo el tiempo bajándome a tierra.

-¿Cuando decís tu círculo te referís a tus compañeros de Ambulancia?
-Claro y de paso aclaro que sigo siendo parte del grupo. Es mi gran proyecto. Por cuestiones contractuales mientras siga laburando con Cris (Morena), mi cara es para Casi Ángeles. En los shows te juro que estoy escondido detrás del escenario para hacer solamente un gritito en medio de la presentación. La banda es mi cable a tierra, y a su vez mi escalera al cielo. Es el lugar en donde puedo volar sin preocupación de nada. En este momento es mi gran sostén. Ahí muestro mis necesidades humanas, mis delirios, mis sueños, mi humor y mis tristezas.

-¿Cómo vivís el alejamiento temporario de la banda?
-Lloré dos meses seguidos. No podía entender qué me pasaba. Por un lado la profunda alegría de vivir lo que vivo y por otro renunciar a una parte esencial en mí. Es que todo en Ambulancia es tan puro que se va dando y fluye naturalmente. Pero moría de ganas de hacer Casi Ángeles.

¿Qué cosas cambiaron en tu vida con la fama?
-(Piensa). En la época que no me conocía nadie era mucho más libre de hacer cosas a las que ahora no me animaría. Tonterías como rascarme la nariz en la calle o andar rotoso. Fue un golpe importante hacerme conocido y perder la intimidad en lo cotidiano. Pero no reniego de eso, porque es consecuencia del trabajo. La popularidad hasta ahora es muy divertida. Está bárbaro el amor que muestra el público, es tan genuino que sería un boludo si no lo disfrutara. Creo que me llegó esto en el mejor momento, y puedo aprovecharlo de una manera positiva y no comerme las luces de la fama.

-Hablando un poco de amor, ¿cómo te gustan las mujeres?
-Me tienen que causar admiración, intriga y desafío. Tengo que sentir la tensión de estar enamorado. Vivo a mucha velocidad, y si freno es porque realmente vale la pena. Soy una persona muy solitaria. Aparte, mi profesión está siempre adelante y por ahora no tengo ganas de cambiar mis prioridades. Hace tres años que estoy sin pareja fija. Creo que llegará cuando tenga que llegar


-Supongo que ya tenés manías de treintañero soltero.
-Sí, 1,75 m. De los pies a la cabeza (risas). Te cuento una cosa muy loca… cada tanto me tengo que enyogurizar. Eso quiere decir quedarme en casa por tres o cuatro días. No salgo ni atiendo el teléfono. Cada tanto necesito apagar todo y quedarme tocando, escribiendo o mirando tele. Me sirve para no enloquecer.



-¿Tenés ganas de tener hijos?
-Me encantaría, pero como hoy no tengo con quién, no me desestabiliza. Además tampoco creo en el amor para toda la vida, ni en el amor único. Por eso pienso que cuando tenga un hijo lo amaré por siempre, pero no sé si pasará lo mismo con la mujer que elija.

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